Un 30 de mayo mi hija menor, Maria Alejandra, con 2 años y medio de edad, comenzó a presentar fiebre de 39º que no bajaba fácilmente con acetaminofén y tenía que aplicar varios métodos para ayudarla a estar un poco mejor.
Del 1 al 3 de junio estuvimos en casa porque por protocolo de sanidad un menor no debe ir a urgencias antes del tercer día de fiebre.
Día 4 de junio: la lleve a urgencias y el médico dijo que es un virus y que continúe suministrándole acetaminofén para controlarle la fiebre.
Día 5 de junio: Al llevarla al médico nuevamente le encontraron los ganglios inflamados y los exámenes médicos lo demostraban, por esta razón le enviaron antibiótico. Mi hija, además de la fiebre, presentaba ojos rojos y tenía los labios irritados; el médico decía que era por causa de la fiebre alta que presentaba.
Día 6 de junio: volvimos a urgencias porque mi hija, además de fiebre, tenía brote en la espalda y los labios le cambiaron y estaban con costras, tenía falta de apetito y no presentaba mejoría con el antibiótico.
Día 7 de junio: volvimos con mi hija al médico (Urgencias), muy preocupada porque mi niña ya no quería caminar mucho, me decía que le dolían las piernas, al llegar a urgencias él medicó que nos había atendido los tres días anteriores estaba ocupado con otro paciente y tuvimos que ser atendidas por otra doctora que gracias a Dios conocía de la enfermedad. Y viendo la historia clínica y todos los síntomas que presentaba (ojos irritados, fiebre superior a 39º, sarpullido en la espalda, ganglios inflamados, labios con costras, lengua inflamada y dolor en las articulaciones) me hablo de un posible diagnóstico llamado SÍNDROME KAWASAKI, inmediatamente le hicieron una serie de exámenes de sangre a mi hija y la dejaron en observación.
Día 8 de junio: Al día siguiente nos trasladaron al hospital universitario para hospitalizarla y comenzar con el tratamiento, al llegar allí la pediatra me explico más detalladamente de la enfermedad y de un tratamiento llamado inmunoglobulina, pero que era muy difícil de conseguir, como madre llega una desesperación y de querer entregar hasta mi propia vida por la recuperación de mi hija.
Le realizaron Ecocardiogramas, electrocardiogramas y exámenes de sangre y comenzaron a suministrarle ácido acetilsalicílico en alta dosis para evitar coágulos en la sangre porque ya tenía las arterías coronarias inflamadas.
Día 11 de junio: le suministraron 5 dosis seguidas de inmunoglobulina, las cuales el cuerpo acepto favorablemente ya que en algunos pacientes puede rechazar el tratamiento. Inmediatamente comenzamos a notar mejoría y el 15 de junio le realizaron nuevamente el electro y ecocardiograma y volvimos a casa.
le recetaron 1 pastilla diaria de acido acetilsalicílico hasta que las coronarias volvieran a la normalidad y chequeos médicos cada 6 meses, sus coronarias presentaban aneurismas medianos.
A los 6 meses, cuando mi hija ya tenía 3 años, le realizaron los exámenes nuevamente y ya habían desinflamado las coronarias un poco y le ya solo tenía que tomar media pastilla de ácido acetilsalicílico.
Los seis meses siguientes al realizarle los exámenes de rigor fue cando ocurrió el milagro, sus arterias coronarias estaban en el tamaño indicado para ella, fue un alivio y una alegría inmensa. Le dieron la media pastilla por un año más hasta el siguiente control solo por prevención.
2023: Alejandra, ya tiene 8 años, es una niña sana, feliz, valiente , deportista en patinaje artístico y está en un club de competición.
Continua con sus chequeos médicos y pruebas de esfuerzo cada año, consiente que debe vigilar su corazón porque a sus dos años tuvo una enfermedad que se llama como una marca de moto ¡KAWASAKI!
Jenny es un testimonio que llega al corazón. Me pongo en tu lugar porque he pasado por algo similar.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario. 😊😘
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